miércoles, 8 de junio de 2011

Medio mes allí.

Los primeros días de estar en el centro Isabel Clara Eugenia pasaron sin pena ni gloria. Algunas chicas se fueron, y llegó otra chica gitana llamada Jessy. Me llevaba genial con ella, hizo mis días más amenos. Ella tenía trece años también, y estaba allí porque sus padres habían querido casarla. A mi en ese momento no me parecía tan grave, pero lo cierto es que no solíamos contar toda la verdad cuando estabamos allí.

Una tarde Jessy y yo nos peleamos, creo que ella había cogido mi cepillo del pelo o alguna bobada de ese tipo. Era mediados de noviembre, y hacía frío. Me fuí hacia el patio enfadada como una niña pequeña, y por el camino me encontré con la educadora. Intentó sujetarme sin preguntarme que había pasado, y yo me enfadé. Después de conseguir soltarme, salí corriendo hacia el patio.

Los chicos que se escapaban lo hacían por la valla del patio. La saltaban, se iban, y cuando querían volver le decían a la policía que se habían escapado del centro. Así ellos les devolvían "a casa". Lo hacían sobre todo los magrebíes. Esa tarde/noche el patio parecía sigiloso. Me senté junto a la valla y me escondí entre los arbustos. Estuve allí cerca de una hora, hasta que apareció Said. Yo, en mi infinita confianza, hice un ruido con la boca para que supiese que estaba allí y le saludé con la mano, poniendome de pie. Él se acercó, vió que no había nadie y me sujetó  por la cintura. Sin previo aviso comenzó a sobar todo por debajo de mi camiseta. Yo intenté soltarme pero no lo conseguí. No recuerdo muy bien como me sujetaba, pero se que sólo conseguí soltarme cuando uno de los chicos salió al patio para escaparse. Said, comenzó a reirse y me pidió perdón entre risas. Yo volví a mi cuarto de baño y estuve mucho rato en la ducha.

Jessy y yo hicimos las paces esa noche, y le conté lo que había pasado. Tres días despues ella consiguió convencerme para "chivarme" a los educadores. Se lo dije a la educadora de turno, que me cogió de la mano y me puso delante de Said para echarle la bronca. Teóricamente, el chico tenía doce años, pero era un secreto a voces que era mucho mayor. La educadora le hizo pedirme perdón, él contestó que ya me lo había pedido. Yo quise matarle por ese detalle. La educadora le dijo que yo podía denunciarle y que eso aqui era delito y una larga charla, pero no hizo nada más.

Esa misma noche le pregunté a otra educadora si de verdad podía denunciarle. Recuerdo pensar que estaba harta de que todo el mundo usase mi cuerpo sin mi permiso, recuerdo cada olor que dejó ese chico en mi cuerpo, recuerdo haberme duchado durante más de una hora, y recuerdo todas las lágrimas que bajaron por mi cara esa noche. La educadora me dijo que no tenía importancia, que no era para tanto, y que si denunciaba podían deportar al chico. Me hizo sentir culpable porque decía que era culpa mía por estar a esa hora en el patio. Esa noche empecé a autolesionarme.

Said fue acusado de violación un año y medio más tarde. Lo supe porque Jessy fue al mismo centro que él. Tambien supe que lo había hecho varias veces más. Me sentí responsable, porque si hubiese puesto más empeño en que me dejasen denunciar, esas chicas no habrían sido violadas.

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